En la altura los cuervos graznaban,
los deudos gemían en torno del muerto,
y las ondas airadas mezclaban
sus bramidos al triste concierto.
Algo había de irónico y rudo
en los ecos de tal sinfonía;
algo negro, fantástico y mudo
que del alma las cuerdas hería.
Bien pronto cesaron los fúnebres cantos,
esparcióse la turba curiosa,
acabaron gemidos y llantos
y dejaron al muerto en su fosa.
Tan sólo a lo lejos, rasgando la bruma,
del negro estandarte las orlas flotaron,
como flota en el aire la pluma
que al ave nocturna los vientos robaron.
Que te mueres, y todo acaba. Que desapareces, y se esfuma la vida. Que desaprovechas cada instante con cosas nimias. Que te alegres de vivir. Que consigas aquello que quieres. Que él te quiere, que yo te adoro!
1 comentari:
Hola!
Precioso poema de Rosalía de Castro. Y yo que pensaba que en este país ya no se leía el romanticismo del XIX... ^^ o al menos que no se le hacía mucho caso.
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