dimarts, 2 de febrer del 2010

En la altura los cuervos graznaban, los deudos gemían en torno del muerto, y las ondas airadas mezclaban sus bramidos al triste concierto. Algo había de irónico y rudo en los ecos de tal sinfonía; algo negro, fantástico y mudo que del alma las cuerdas hería. Bien pronto cesaron los fúnebres cantos, esparcióse la turba curiosa, acabaron gemidos y llantos y dejaron al muerto en su fosa. Tan sólo a lo lejos, rasgando la bruma, del negro estandarte las orlas flotaron, como flota en el aire la pluma que al ave nocturna los vientos robaron. Que te mueres, y todo acaba. Que desapareces, y se esfuma la vida. Que desaprovechas cada instante con cosas nimias. Que te alegres de vivir. Que consigas aquello que quieres. Que él te quiere, que yo te adoro!

1 comentari:

Faux ha dit...

Hola!
Precioso poema de Rosalía de Castro. Y yo que pensaba que en este país ya no se leía el romanticismo del XIX... ^^ o al menos que no se le hacía mucho caso.