dissabte, 17 d’abril del 2010

VIII

Pedralta, 15 del quatre

Nunca hubo una estrella con gravedad perfecta

en la que los sueños de los que me sustento sea dueño.

Sea abstracto o con figuras, los abrazos saben a lujuria,

se clavan como dagas los nimios recuerdos del alba.

Aunque imperfecto y sucio, obtengo una satisfacción creciente

si duermo flotando en la atmósfera en la que estoy atrapado.

No goces de lo ajeno, encuentra lo que te pertenece,

quizás mañana por la tarde te arrepientas de estar aún acurrucado.

Siempre será aquello imposible, esto otro improbable,

pero si encuentras el oxigeno, respirarás con tranquilidad.

Y es que nunca hubo un mundo nuestro perfecto.

Black, abril 2010