diumenge, 7 de novembre del 2010

¿A QUIÉN LE CORRESPONDE ESCUCHAR?

¿Ser feliz o... saber? Hace tiempo que asumí la relatividad como el único filtro objetivo hacia el conocimiento. Como si llevase unas gafas de escepticismo, fui desglosando todo mi saber - o al menos aquél del que era consciente - para observar el origen minuciosamente. Me quedé corto, y se presentó una frustración moderada al darme cuenta que el saber iba a ser... incierto. Disponía de poco tiempo para advertir la magnitud del reto al que me afrentaba. Y si pretendía salir airoso, con pocos daños -mentales- sufridos, iba a tener que poner todo mi máximo empeño y coraje en expandirme y adaptarme al primer esbozo - aún amorfo - del que iba a, potencialmente, ser.
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En este sentido, se me presentaron infinidad de preguntas más metafísicas que ontológicas, aunque con el patrón común de la confusión. Y tras un largo recorrido por el país de las maravillas de la mano de Alicia, el éxtasis y el trip-rock, llegué a aquella conclusión que, de una forma de la que justo ahora me doy cuenta, estaba relacionada con todo ello que estaba creando en mi interior: al fin y al cabo, todo es relativo. Y diciendo esto... empapando hasta tu último discurso de lo que supone esta afirmación tan generalista y facilona... te quedas tan pancho.
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Y como un viaje en el tiempo, en perspectivas borrosas y en espiral, se juntaban este nuevo descubrimiento y la idea de gestación del Superhombre. Transvaloración, muerte del yo, relatividad, positivismo... y plaf! Como en el Big Bang, se juntó y creó a alguien que aún se pregunta a qué le ayuda saber - y de una forma desvergonzada y soberbia creer ser el único transportador de esta reliquia de la filosofía neofuturista y vanguardista- todo lo anterior si no va a respetar los límites de la vida en ningún caso, si no es bajo la supervisión del amor.
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''A quién le corresponda'' expresa esta relatividad, este compendio que oscila aún en mi cabeza entre la incertidumbre y las expectativas. Como humo denso que espera condensarse y filtrarse en cada pensamiento, y echar raíz. ''A quién le corresponda'' es un canto sectario, más bien selectivo y exigente, a valorar solo aquello que merece ser valorado, a entender todo aquello que exprese una armonía en esta cosmovisión que yo, muerto o vivo aún en la racionalidad, voy pintando paso a paso. Es decir ''no me juzgues'' si no me vas a argumentar dejando atrás el sistema de valores. Es decir ''no me ames'' si no estás preparado a enfrentarte al cambio mental más grande que jamás hayas pensado presenciar. Es decir ''nada importa, ni siquiera la vida, y mucho menos la muerte''.
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Miquel Black, novembre 2010