
Si me preguntas que es de mi ahora, seguramente deberé contestarte lo que pienso: ''soy alguien quien espera el siguiente gran cambio''. E irremediablemente, me tendré que conformar con haber superado el pretérito. Unos dirían qué suerte he tenido con alcanzar ese propósito. Pero al igual que cuando viajo disfruto más del recorrido que del destino, es más dulce -¡y agrío!-, o quizás mucho más motivador, mutar, rajando la piel con dolor y estabilizar la nueva. Un día dije ''expandirse a través del dolor'', en una cocina fría y azul y un tanto hostil. Fue entonces cuando observé con extrañeza que algo se abría dentro de mi: tantas complicaciones necesarias me estaban convirtiendo en una mejora de mi mismo.
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Fue tan solo hace unos meses, y la bestialidad de como he asumido mi nuevo papel - a base de autocrítica, reflexión, una profunda retro/introspección y el escoger los consejos de aquellos más perfectos que yo- acaba de dejarme atónito luego de unas conversas difusas y algo distorsionadas ahora.
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Y es que ha sido una simple canción la que me ha evocado a los más dolorosos recuerdos de ese marzo. Sin reparar en gastos, puedo abdicar mi demonio interior (uno de los tantos) y seguir trazándome. Porqué como leí ayer en una frase, no se trata de encontrarte a ti mismo, sino de crearte.
1 comentari:
Entonces asientes en que George Bernard Shaw tenía razón. Un día encontrarás también el encanto del destino, y su quietud. La eterna mutación puede hacer que termines mutando hacia la nada, o sea, que todo se desgaste tanto que cuando se quiera mutar de nuevo, uno encuentre que el ciclo ha llegado al fin. En definitiva, para toda mutación se necesita saber disfrutar de la nueva capa que se adviene, si no, el acto se vacía de significado.
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