
A ti te regalo cada uno de los espasmos
que provocaron que este corazón se callase.
Te solté la mano, y el mundo se inundó
de un apacible y letal testimonio de un acontecimiento.
Grandes fueron los porvenires que se alzaban
y sin más, al despertar, efímeros se convertían.
Me ahogaste dentro de un vaso que, en el cristal,
veíase la razón de tan abrupto final.
A ti, que me has derrotado, te culpo de cada uno de
los movimientos sin ritmo alguno de esta bomba
que ahora, de nuevo, estalla en baños de sangre.
Black, agost'10
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